Contenido de la Primera Exposicion de sociolinguistica
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Contenido de la Primera Exposicion de sociolinguistica
UNIVERSIDAD ALEJANDRO DE HUMBOLDT
SOCIOLINGUISTICA. SECCION: 0501
PROFESOR: MIGUEL AVALOS
IDEOLOGIAS, CREENCIAS MENTALES Y PREJUICIOS SOCIALES
Integrantes:
De Sousa Rossmery. C.I: 17.402.386
Mistico Claudia. C.I: 16.461.760
Caracas, Febrero 2008
IDEOLOGÍA
Una ideología es el conjunto de ideas, tendentes a la conservación o la transformación del sistema existente (económico, social, político...) que caracterizan a un grupo, institución, movimiento cultural, social, político o religioso.
El término ideología fue formulado por Destutt de Tracy (Mémoire sur la faculté de penser, 1796), y originalmente denominaba a la ciencia que estudia las ideas, su carácter, origen y las leyes que las rigen, así como las relaciones con los signos que las expresan. Medio siglo más tarde, el concepto se dota de un contenido combativo por Carlos Marx, para quien la ideología es el conjunto de ideas (erróneas en su mayor parte) cuya relación con la realidad es menos importante que su objetivo, que es evitar que los oprimidos perciban su estado de opresión.
La ideología es un proceso realizado conscientemente por el así llamado pensador, en efecto, pero con una conciencia falsa
Desde un punto de vista u otro, el concepto adquiere un tinte peyorativo del que no se ha desprendido. Bajo esa concepción negativa, cada ideología es una cosmovisión que pretende despojar al hombre de su libertad, sumergiéndolo en una mentira, convirtiéndolo en parte de una masa que se pretende manipular y, si triunfa, dominar. Desde ese punto de vista, las ideologías son herramientas de control social.
Sociología e ideología
Hablamos de ideología cuando una idea determinada es ampliamente compartida conscientemente por un grupo social en una sociedad. A veces es un rasgo fuertemente identitario, de forma similar a la religión, la nación, la clase social, el sexo. Además los miembros del grupo ideológico admiten o no que determinado individuo pertenece al grupo según comparta o no ciertos presupuestos ideológicos básicos.
La ideología interpreta y justifica los actos personales o colectivos de los grupos o clases sociales, a cuyos intereses sirve, y explica la realidad de una forma asumible y tranquilizadora para que pueda mantenerse la interpretación o justificación previa tal como estaba en el imaginario individual y colectivo, independientemente de la circunstancia real. Del estudio de la ideología se encarga la sociología del conocimiento, cuyo presupuesto básico es que las maneras de ver el mundo varían socialmente de una sociedad a otra y dentro de sectores diferentes de la misma sociedad.
Tipos de ideologías
La clasificación de las distintas corrientes ideológicas suele realizarse mediante una tipología en base a su finalidad, estableciéndose así tres grandes categorías:
• Ideologías del Status Quo: Las que defienden y racionalizan el orden económico social y político existente en un momento dado.
• Ideologías revolucionarias: Que apoyan cambios cualitativos en el orden económico, político y social.
• Ideologías reformistas: son ideologías que favorecen el cambio, suelen ser caracterizadas como “el área gris” en medio de las dos anteriores.
Dogmatismo de las ideologías
Las ideologías ven el mundo como algo estático. Es por este hecho que cualquier ideología se ve a sí misma como la depositaria de las ideas que pueden resolver cualquier problema de la sociedad, ya sea presente o futuro.
Esto convierte a la ideología en un dogmatismo, pues se cierra a las ideas de los demás como posible fuente de soluciones a los problemas que se plantean en el día a día.
CREENCIAS MENTALES
Aunque frecuentemente se simplifica dejándolo en conocimientos y habilidades, parece conveniente recordar que, en los perfiles de directivos y trabajadores competentes, cabe encontrar creencias, valores, actitudes y aun hábitos de comportamiento, que también contribuyen al rendimiento en el desempeño cotidiano. Más o menos acertadas, las creencias (por ejemplo: “siempre hay una forma mejor de hacer las cosas”, “la experiencia no se puede transmitir”, “las reuniones constituyen una pérdida de tiempo”, “en caso de problemas con los demás, la culpa es de ellos”, “cuando bajan las ventas hay que buscar nuevos clientes”, “expresar los sentimientos es un signo de debilidad”) son convicciones que determinan o modulan nuestras pautas de pensamiento y afectan, por ejemplo, a la toma de decisiones o a la relación con los demás. Normalmente no nos cuestionamos la validez o vigencia de las creencias propias, pero deberíamos hacerlo.
Todos tenemos nuestras creencias; pero hemos de ser bien conscientes de que pueden existir otras, quizá más próximas a la realidad, y de que nuestra actuación profesional se ve influida por ellas. Por ejemplo, en el perfil competencial de un director de marketing difícilmente encontraremos la creencia de que “en este negocio ya todo está inventado”; por el contrario, diríamos que un buen director de marketing creerá típicamente que “el cliente siempre espera que se le sorprenda favorablemente”. Ya nos lo sugería Platón: todos percibimos la realidad a nuestra manera, y esto a menudo supone una barrera para el buen entendimiento entre las personas. Es frecuente que jefes y subordinados perciban las cosas de distinta forma porque sus modelos mentales -sus mecanismos de análisis y percepción de las realidades, sus deducciones o inferencias- se nutren normalmente de distintas vivencias e informaciones. Sí, acabamos de utilizar la expresión “modelos mentales”; el lector identificará aquí una de las cinco disciplinas. “Los modelos mentales son básicamente creencias profundamente arraigadas, imágenes y supuestos, que poseemos acerca de nosotros mismos, de nuestro mundo, de nuestras organizaciones y de cómo encajamos en ellas”.
Cada individuo, además de otros atributos y competencias, posee su propio modelo mental, y este le proporciona una visión parcial o incompleta de las realidades. Pero, además de llevarnos a una particular interpretación de la realidad, los modelos mentales pueden movernos a hacer inferencias “atrevidas”, y aun a llegar a conclusiones y decisiones desacertadas. Como sugeríamos, aunque nunca sintonicen plenamente con la realidad, nuestros modelos mentales son mejorables o madurables y, desde luego, la mejora pasa por asumir la parcialidad a que estamos -digámoslo así- condenados. Curiosamente, cuando alguien pone en cuestión nuestros modelos mentales, podemos reaccionar con cierta agresividad: se trata de creencias muy arraigadas. No solemos ser conscientes de que cada persona ve el mundo (su entorno) desde una posición distinta; incluso nos sorprendemos de que los demás no vean las cosas como nosotros.
Cuestionamiento y aprendizaje
Los expertos insisten en ello: por implícitos y arraigados, raramente nos cuestionamos nuestros modelos mentales: “las cosas son como yo las veo”. Hay que hacer, por consiguiente, un esfuerzo, y tratar de que emerjan nuestras creencias y supuestos para someterlos a revisión. Dos prácticas se nos recomiendan: el pensamiento reflexivo y la conversación inteligente o penetrante. Se dice que, en general, dedicamos poco tiempo a pensar (a pesar de que Cicerón ya dijo que pensar era como vivir dos veces), de modo que la reflexión no parece un ejercicio frecuente; pero debemos practicarla en beneficio del autoconocimiento y para cuestionar nuestras creencias y aproximarnos a la realidad. Una creencia equivocada nos incapacita, nos bloquea, nos ata, aunque no seamos muy conscientes de ello. Por supuesto que no estamos siempre equivocados, pero sí podemos decir que nuestra visión de la realidad es siempre incompleta. Durante la meditación o reflexión podemos tomar conciencia de ello, si conseguimos lentificar nuestra galopada mental y validar cada paso.
PREJUICIOS SOCIALES: definición, causas y consecuencias
Un prejuicio social es una predisposición negativa que una persona desarrolla hacia un grupo de individuos, producto de la aceptación sin evidencias de un estereotipo sobre ese grupo. Por ejemplo, el prejuicio de que "todos los judíos son avaros", que influirá en la conducta futura de su portador ante cada encuentro con un judío, del cual esperará avaricia. Estas predisposiciones, que albergamos consciente o inconscientemente, pueden tener su origen en:
• Una falacia de generalización. Se basa en una experiencia directa del prejuicioso. Se conoce a un individuo con ciertas características, y se piensa falazmente que, como él se comportó de esa manera, todos los de su grupo también lo harán. Por ejemplo, el que fue asaltado por un hombre negro y luego piensa que todos los negros son ladrones.
• Una información incompleta o sesgada. No se basa en la experiencia directa, sino en algo que nos dicen o que escuchamos/vemos/leemos en los medios de comunicación sobre ciertos individuos o grupos. Estos son los tipos de prejuicios más frecuentes ya que, en sociedades tan complejas como las actuales, nadie puede entrar en contacto directo con cada una de las realidades y grupos sociales existentes, en especial con los grupos sociales minoritarios. Entonces, llegamos a adquirir un conocimiento global de lo que nos rodea apropiándonos de conocimientos y opiniones ajenas. El problema es que dichos conocimientos y opiniones de otros pueden ser incompletos o sesgados, y, por lo tanto, prejuiciosos. Por ejemplo, el famoso caso de la prensa racista, que sólo muestra a los negros y a los inmigrantes en noticias negativas, sin darles acceso al espacio público como fuentes, haciendo que el lector adquiera o ratifique sus prejuicios negativos sobre esos grupos humanos.
Entonces, un prejuicio social vendría a ser una idea que nos formamos sobre un grupo, que implica una vinculación arbitraria entre dos conceptos que no tienen directa relación: judío-avaro, gallego-bruto, argentino-agrandado, árabe-fundamentalista, rubia-tarada, etc. Un indicador de prejuicio inminente es ese tipo de aclaraciones seguidas de una adversación, como al estilo de "yo no tengo nada contra los inmigrantes... es más, tengo amigos inmigrantes, pero...".
Si nos ponemos a pensar, todos somos generadores o repetidores de algún prejuicio. "Los políticos son todos chorros", "los taxistas manejan como animales", "los supermercados chinos venden más barato porque roban la mercadería o apagan las heladeras de noche", "los bolivianos son sucios", "los ingleses son arrogantes piqueteros son vividores", "los pobres merecen ser pobres porque no se esforzaron lo suficiente", etc.
SOCIOLINGUISTICA. SECCION: 0501
PROFESOR: MIGUEL AVALOS
IDEOLOGIAS, CREENCIAS MENTALES Y PREJUICIOS SOCIALES
Integrantes:
De Sousa Rossmery. C.I: 17.402.386
Mistico Claudia. C.I: 16.461.760
Caracas, Febrero 2008
IDEOLOGÍA
Una ideología es el conjunto de ideas, tendentes a la conservación o la transformación del sistema existente (económico, social, político...) que caracterizan a un grupo, institución, movimiento cultural, social, político o religioso.
El término ideología fue formulado por Destutt de Tracy (Mémoire sur la faculté de penser, 1796), y originalmente denominaba a la ciencia que estudia las ideas, su carácter, origen y las leyes que las rigen, así como las relaciones con los signos que las expresan. Medio siglo más tarde, el concepto se dota de un contenido combativo por Carlos Marx, para quien la ideología es el conjunto de ideas (erróneas en su mayor parte) cuya relación con la realidad es menos importante que su objetivo, que es evitar que los oprimidos perciban su estado de opresión.
La ideología es un proceso realizado conscientemente por el así llamado pensador, en efecto, pero con una conciencia falsa
Desde un punto de vista u otro, el concepto adquiere un tinte peyorativo del que no se ha desprendido. Bajo esa concepción negativa, cada ideología es una cosmovisión que pretende despojar al hombre de su libertad, sumergiéndolo en una mentira, convirtiéndolo en parte de una masa que se pretende manipular y, si triunfa, dominar. Desde ese punto de vista, las ideologías son herramientas de control social.
Sociología e ideología
Hablamos de ideología cuando una idea determinada es ampliamente compartida conscientemente por un grupo social en una sociedad. A veces es un rasgo fuertemente identitario, de forma similar a la religión, la nación, la clase social, el sexo. Además los miembros del grupo ideológico admiten o no que determinado individuo pertenece al grupo según comparta o no ciertos presupuestos ideológicos básicos.
La ideología interpreta y justifica los actos personales o colectivos de los grupos o clases sociales, a cuyos intereses sirve, y explica la realidad de una forma asumible y tranquilizadora para que pueda mantenerse la interpretación o justificación previa tal como estaba en el imaginario individual y colectivo, independientemente de la circunstancia real. Del estudio de la ideología se encarga la sociología del conocimiento, cuyo presupuesto básico es que las maneras de ver el mundo varían socialmente de una sociedad a otra y dentro de sectores diferentes de la misma sociedad.
Tipos de ideologías
La clasificación de las distintas corrientes ideológicas suele realizarse mediante una tipología en base a su finalidad, estableciéndose así tres grandes categorías:
• Ideologías del Status Quo: Las que defienden y racionalizan el orden económico social y político existente en un momento dado.
• Ideologías revolucionarias: Que apoyan cambios cualitativos en el orden económico, político y social.
• Ideologías reformistas: son ideologías que favorecen el cambio, suelen ser caracterizadas como “el área gris” en medio de las dos anteriores.
Dogmatismo de las ideologías
Las ideologías ven el mundo como algo estático. Es por este hecho que cualquier ideología se ve a sí misma como la depositaria de las ideas que pueden resolver cualquier problema de la sociedad, ya sea presente o futuro.
Esto convierte a la ideología en un dogmatismo, pues se cierra a las ideas de los demás como posible fuente de soluciones a los problemas que se plantean en el día a día.
CREENCIAS MENTALES
Aunque frecuentemente se simplifica dejándolo en conocimientos y habilidades, parece conveniente recordar que, en los perfiles de directivos y trabajadores competentes, cabe encontrar creencias, valores, actitudes y aun hábitos de comportamiento, que también contribuyen al rendimiento en el desempeño cotidiano. Más o menos acertadas, las creencias (por ejemplo: “siempre hay una forma mejor de hacer las cosas”, “la experiencia no se puede transmitir”, “las reuniones constituyen una pérdida de tiempo”, “en caso de problemas con los demás, la culpa es de ellos”, “cuando bajan las ventas hay que buscar nuevos clientes”, “expresar los sentimientos es un signo de debilidad”) son convicciones que determinan o modulan nuestras pautas de pensamiento y afectan, por ejemplo, a la toma de decisiones o a la relación con los demás. Normalmente no nos cuestionamos la validez o vigencia de las creencias propias, pero deberíamos hacerlo.
Todos tenemos nuestras creencias; pero hemos de ser bien conscientes de que pueden existir otras, quizá más próximas a la realidad, y de que nuestra actuación profesional se ve influida por ellas. Por ejemplo, en el perfil competencial de un director de marketing difícilmente encontraremos la creencia de que “en este negocio ya todo está inventado”; por el contrario, diríamos que un buen director de marketing creerá típicamente que “el cliente siempre espera que se le sorprenda favorablemente”. Ya nos lo sugería Platón: todos percibimos la realidad a nuestra manera, y esto a menudo supone una barrera para el buen entendimiento entre las personas. Es frecuente que jefes y subordinados perciban las cosas de distinta forma porque sus modelos mentales -sus mecanismos de análisis y percepción de las realidades, sus deducciones o inferencias- se nutren normalmente de distintas vivencias e informaciones. Sí, acabamos de utilizar la expresión “modelos mentales”; el lector identificará aquí una de las cinco disciplinas. “Los modelos mentales son básicamente creencias profundamente arraigadas, imágenes y supuestos, que poseemos acerca de nosotros mismos, de nuestro mundo, de nuestras organizaciones y de cómo encajamos en ellas”.
Cada individuo, además de otros atributos y competencias, posee su propio modelo mental, y este le proporciona una visión parcial o incompleta de las realidades. Pero, además de llevarnos a una particular interpretación de la realidad, los modelos mentales pueden movernos a hacer inferencias “atrevidas”, y aun a llegar a conclusiones y decisiones desacertadas. Como sugeríamos, aunque nunca sintonicen plenamente con la realidad, nuestros modelos mentales son mejorables o madurables y, desde luego, la mejora pasa por asumir la parcialidad a que estamos -digámoslo así- condenados. Curiosamente, cuando alguien pone en cuestión nuestros modelos mentales, podemos reaccionar con cierta agresividad: se trata de creencias muy arraigadas. No solemos ser conscientes de que cada persona ve el mundo (su entorno) desde una posición distinta; incluso nos sorprendemos de que los demás no vean las cosas como nosotros.
Cuestionamiento y aprendizaje
Los expertos insisten en ello: por implícitos y arraigados, raramente nos cuestionamos nuestros modelos mentales: “las cosas son como yo las veo”. Hay que hacer, por consiguiente, un esfuerzo, y tratar de que emerjan nuestras creencias y supuestos para someterlos a revisión. Dos prácticas se nos recomiendan: el pensamiento reflexivo y la conversación inteligente o penetrante. Se dice que, en general, dedicamos poco tiempo a pensar (a pesar de que Cicerón ya dijo que pensar era como vivir dos veces), de modo que la reflexión no parece un ejercicio frecuente; pero debemos practicarla en beneficio del autoconocimiento y para cuestionar nuestras creencias y aproximarnos a la realidad. Una creencia equivocada nos incapacita, nos bloquea, nos ata, aunque no seamos muy conscientes de ello. Por supuesto que no estamos siempre equivocados, pero sí podemos decir que nuestra visión de la realidad es siempre incompleta. Durante la meditación o reflexión podemos tomar conciencia de ello, si conseguimos lentificar nuestra galopada mental y validar cada paso.
PREJUICIOS SOCIALES: definición, causas y consecuencias
Un prejuicio social es una predisposición negativa que una persona desarrolla hacia un grupo de individuos, producto de la aceptación sin evidencias de un estereotipo sobre ese grupo. Por ejemplo, el prejuicio de que "todos los judíos son avaros", que influirá en la conducta futura de su portador ante cada encuentro con un judío, del cual esperará avaricia. Estas predisposiciones, que albergamos consciente o inconscientemente, pueden tener su origen en:
• Una falacia de generalización. Se basa en una experiencia directa del prejuicioso. Se conoce a un individuo con ciertas características, y se piensa falazmente que, como él se comportó de esa manera, todos los de su grupo también lo harán. Por ejemplo, el que fue asaltado por un hombre negro y luego piensa que todos los negros son ladrones.
• Una información incompleta o sesgada. No se basa en la experiencia directa, sino en algo que nos dicen o que escuchamos/vemos/leemos en los medios de comunicación sobre ciertos individuos o grupos. Estos son los tipos de prejuicios más frecuentes ya que, en sociedades tan complejas como las actuales, nadie puede entrar en contacto directo con cada una de las realidades y grupos sociales existentes, en especial con los grupos sociales minoritarios. Entonces, llegamos a adquirir un conocimiento global de lo que nos rodea apropiándonos de conocimientos y opiniones ajenas. El problema es que dichos conocimientos y opiniones de otros pueden ser incompletos o sesgados, y, por lo tanto, prejuiciosos. Por ejemplo, el famoso caso de la prensa racista, que sólo muestra a los negros y a los inmigrantes en noticias negativas, sin darles acceso al espacio público como fuentes, haciendo que el lector adquiera o ratifique sus prejuicios negativos sobre esos grupos humanos.
Entonces, un prejuicio social vendría a ser una idea que nos formamos sobre un grupo, que implica una vinculación arbitraria entre dos conceptos que no tienen directa relación: judío-avaro, gallego-bruto, argentino-agrandado, árabe-fundamentalista, rubia-tarada, etc. Un indicador de prejuicio inminente es ese tipo de aclaraciones seguidas de una adversación, como al estilo de "yo no tengo nada contra los inmigrantes... es más, tengo amigos inmigrantes, pero...".
Si nos ponemos a pensar, todos somos generadores o repetidores de algún prejuicio. "Los políticos son todos chorros", "los taxistas manejan como animales", "los supermercados chinos venden más barato porque roban la mercadería o apagan las heladeras de noche", "los bolivianos son sucios", "los ingleses son arrogantes piqueteros son vividores", "los pobres merecen ser pobres porque no se esforzaron lo suficiente", etc.
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